jueves, 10 de junio de 2010
El término "hiperactividad" se utiliza para describir a una clase de niños (posteriormente jóvenes y adultos) que presentan un comportamiento especial, diferente de la mayoría, a los que se considera "normales".
Hablar de niño hiperactivo involucra a diversas definiciones y concepciones. La denominación de Síndrome intenta dar cuenta de que se trata de una problemática abarcativa. El manual de los trastornos mentales DSM-IV considera que dentro de los “Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia” se encuentran los “Trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador” y dentro de esta clasificación enumera distintas clasificaciones entre las que se encuentran “el tipo con predominio hiperactivo – impulsivo” y “el Trastorno por déficit de atención con hiperactividad no especificado”.
En general el manual define la desatención cuando predomina que un niño: No presenta atención a los detalles, o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades. Cuando tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades lúdicas. A menudo parece no escuchar cuando se le habla, ni sigue las instrucciones ni finaliza tareas escolares, encargos u obligaciones, evitando las actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido. Es común que extravíe objetos y se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
La hiperactividad la define cuando a menudo mueve en exceso manos o pies, y presenta dificultades para mantenerse quieto en un asiento, o para dedicarse tranquilamente a actividades de ocio, también habla en exceso.
La impulsividad la define cuando a menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas, tiene dificultades para guardar su turno y se inmiscuye o interrumpe las actividades de otros.
El manual aclara que deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo en la actividad social, académica o laboral, no explicándose estos síntomas por otros trastornos mentales.
Algunos autores lo consideran un trastorno de conducta, caracterizado básicamente por la imposibilidad de mantener la atención en una situación durante un período de tiempo razonablemente prolongado.
Como suele mostrarse con mayor frecuencia en niños que en niñas, se hipotetiza la posibilidad de las características culturales como un factor determinante, debido a las diferencias culturales de género. Por otra parte no se ha encontrado diferencias físicas y los estudios cerebrales han encontrado un funcionamiento absolutamente normal.
Otros autores por el contrario descartan la posibilidad de factores culturales, sociales o ambientales, y afirman tajantemente que se debe a causales biológicas, por lo que afirman que nadie deja de ser una persona hiperactiva, sino que pueden aprender a vivir con su Déficit Atencional y desenvolverse con eficacia social y profesional en la vida. Para los adeptos a esta postura, la ayuda medicamentosa, resulta imprescindible. Aunque las controversias al respecto no parecen de poca importancia. Algunas posturas las desaconsejan por los efectos adversos, pero quienes las utilizan, afirman que bajo supervisión médica no hay riesgos considerables. Es más, para la mayoría de los casos, aconsejan continuar con medicación específica durante la adolescencia e incluso durante la vida adulta. En este sentido cada vez se muestra más evidencia de que el ADHD no surge del ambiente o del hogar, sino a raíz de causas biológicas. No hay ninguna relación clara entre la vida del hogar y el ADHD. No todos los niños de hogares inestables o disfuncionales tienen ADHD. Y no todos los niños con ADHD provienen de familias disfuncionales. Parece que un nivel menor de actividad en algunas partes del cerebro puede causar falta de atención.
Hablar de niño hiperactivo involucra a diversas definiciones y concepciones. La denominación de Síndrome intenta dar cuenta de que se trata de una problemática abarcativa. El manual de los trastornos mentales DSM-IV considera que dentro de los “Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia” se encuentran los “Trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador” y dentro de esta clasificación enumera distintas clasificaciones entre las que se encuentran “el tipo con predominio hiperactivo – impulsivo” y “el Trastorno por déficit de atención con hiperactividad no especificado”.
En general el manual define la desatención cuando predomina que un niño: No presenta atención a los detalles, o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades. Cuando tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades lúdicas. A menudo parece no escuchar cuando se le habla, ni sigue las instrucciones ni finaliza tareas escolares, encargos u obligaciones, evitando las actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido. Es común que extravíe objetos y se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
La hiperactividad la define cuando a menudo mueve en exceso manos o pies, y presenta dificultades para mantenerse quieto en un asiento, o para dedicarse tranquilamente a actividades de ocio, también habla en exceso.
La impulsividad la define cuando a menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas, tiene dificultades para guardar su turno y se inmiscuye o interrumpe las actividades de otros.
El manual aclara que deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo en la actividad social, académica o laboral, no explicándose estos síntomas por otros trastornos mentales.
Algunos autores lo consideran un trastorno de conducta, caracterizado básicamente por la imposibilidad de mantener la atención en una situación durante un período de tiempo razonablemente prolongado.
Como suele mostrarse con mayor frecuencia en niños que en niñas, se hipotetiza la posibilidad de las características culturales como un factor determinante, debido a las diferencias culturales de género. Por otra parte no se ha encontrado diferencias físicas y los estudios cerebrales han encontrado un funcionamiento absolutamente normal.
Otros autores por el contrario descartan la posibilidad de factores culturales, sociales o ambientales, y afirman tajantemente que se debe a causales biológicas, por lo que afirman que nadie deja de ser una persona hiperactiva, sino que pueden aprender a vivir con su Déficit Atencional y desenvolverse con eficacia social y profesional en la vida. Para los adeptos a esta postura, la ayuda medicamentosa, resulta imprescindible. Aunque las controversias al respecto no parecen de poca importancia. Algunas posturas las desaconsejan por los efectos adversos, pero quienes las utilizan, afirman que bajo supervisión médica no hay riesgos considerables. Es más, para la mayoría de los casos, aconsejan continuar con medicación específica durante la adolescencia e incluso durante la vida adulta. En este sentido cada vez se muestra más evidencia de que el ADHD no surge del ambiente o del hogar, sino a raíz de causas biológicas. No hay ninguna relación clara entre la vida del hogar y el ADHD. No todos los niños de hogares inestables o disfuncionales tienen ADHD. Y no todos los niños con ADHD provienen de familias disfuncionales. Parece que un nivel menor de actividad en algunas partes del cerebro puede causar falta de atención.
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